Un artista y luchador por la vida flanqueado por el silencio.
Por Tony Peña
tony@uesocc.edu.sv
“Allí se unieron en una palabra…Los pasos
de la montaña con las huellas del silencio”
Berne Ayalá
Mario Ernesto Martínez, Netómar, Neto o Mario Matta para sus amigos y enemigos es un prolífico y polifacético artista en el sentido lato, literal y prosaico de ambos vocablos; sin embargo, este guerrero del pincel dalineano es un derroche de autodidactismo. Los círculos artísticos, las escuelas de arte y las academias han sido fantasmas recomendados a él por más de un hipócrita mecenas insensible a sus falencias monetarias de niñez en el Barrio San Rafael de su natal Santa Ana.
Neto es uno de esos tipos que se ha engrescado desde sus orígenes contra los alquimistas de la mercadotecnia y a los esquilmadores de esperanzas y de sueños en un país como el nuestro, plagado de esos especímenes vermiformes de la discordia.
Ha cabalgado, como todo un Guerrero de la Luz, por diversas formas del Arte: Desde las llanuras del dibujo ; pasando por las vaguadas de la caricatura, arribando en la montaña de la música y caminando por los cerros de la poesía; ha cruzado y peregrinado por los caminos, veredas y senderos de la pintura; pero más que eso, ha galopado valerosamente por los desiertos, aciertos y desaciertos de la vida, esa vida que hecha realidad le inspira; y como diría el poeta:” La inspiración crea lo que la realidad le inspira”.
Este género artístico, la pintura, es el cómplice que permite palabrear o malabarear estas osadas ideas, y es que en Netómar existe una “Sobredosis” de realidad. Su obra artística irremediablemente va de la mano con ella, por el hecho de que él no vive en una burbuja sino en la misma circunstancia social que las demás personas de su tiempo, su tierra, su pueblo y su grupo de amigos con quienes comparte gran parte de sus convicciones, sentimientos, aspiraciones, dioses y demonios. Por ese enlace con el medio circundante, su trabajo artístico constituye esencialmente una actividad de cognición y goce estético del ser humano. El hecho de ser el Arte un reflejo de la vida social, y por consiguiente una vía del conocimiento, lo convierte asimismo en portador de ideología, como lo ha planteado la concepción marxista. La obra de Matta refleja la realidad a través del prisma de los intereses de clase, por lo tanto posee una dosis significativa de una función ideológica.
Su obra pictórica, juiciosamente, expresa a su base dos bastiones como influencia: El surrealismo y La Escuela Mexicana. En el primer caso, es sinónimo de sueños y fantasías, dando realización al automatismo psíquico del subconsciente y a la imaginación. Netómar hace suyas algunas técnicas surrealistas, pero siempre atento a dar la idea exacta del macrocosmos social salvadoreño. Sus cuadros están impregnados de una “Paranoia crítica”: Un método muy conocido del maestro Salvador Dalí, ese monstruo del pincel universal. En el segundo, dicho movimiento pictórico latinoamericano tuvo tanta resonancia mundial en el siglo XX, como ninguno. Muchos críticos califican a esa escuela como panfletaria, otros la consideran como un arte que expresa la realidad latinoamericana. Los murales cobran su impetuosidad. Tres genios están ahí: Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros.
Por esos avatares de la cotidianeidad coincidimos, nos encontramos un día; eran los primeros días de la incipiente postguerra dentro de los recintos universitarios. En el campus de la UES, en Santa Ana se puede observar el trabajo muralístico de ese artista del silencio. Los murales dedicados a Roque Dalton, Mons. Óscar Arnulfo Romero, a los trabajadores del arte y la cultura, al papel de la Universidad, a los estudiantes revolucionarios… son testigos mudos de la calidad artística de Netómar. De su producción privada se conoce la colección “Sueños, trazos y retratos” dedicada a los y las niñas trabajadoras; “Alegoría a tu cuerpo” dedicada a las musas o la mujer; una colección personal dedicada a su pequeña hija, entre otras no exhibidas.
En los pasillos, sendas o accesos se respira cierto halo de arte y cultura, las cuales han sido potenciadas por el aporte desinteresado del artista autodidacta, héroe del silencio.
Durante muchos años fue huésped solitario de la Universidad de El Salvador, en Santa Ana, donde participaba activamente en eventos culturales y políticos, conciertos, exposiciones de pintura y otras hierbas. Se le pudo ver como solista, haciendo dúos, siendo parte de su grupo de rock “Sobredosis”, grupo reconocido local y regionalmente.
La música es otro de esos demonios que yacen en su ser; la Nueva trova y el Rock en español sonaron al unísono para inquietar las almas y disparar así, una que otra bala de conciencia o uno que otro dardo envenenado en contra de la alienodependencia.
Es difícil escribir sobre alguien sin que en ello se incurra a desdeñar la concepción política del mundo. Imposible. Neto, participa en muchas jornadas de denuncia al sistema. En cierta ocasión, en un Desfile Bufo, el primero después de la dictadura militar, se tomaron las calles de la provincia para ironizar los desmanes del sistema y ridiculizar a más de algún funcionario de gobierno. Mario Ernesto se fabricó una inmensa cruz de madera, ese acto hizo pensar que él desde niño soñó en ser profeta, ser artista es ser profeta: Se disfrazó de Jesús de Nazareno con su cruz de imperialismo y arremetió por las calles cual anacoreta anunciando su doctrina terrenal. Cerca de él, estaba una prostituta disfrazada de ministra de medio ambiente. Siempre se ha creído en la Utopía desde esas formas distintas de hacer las cosas, desde otras trincheras, desde otros métodos.
Escudriñando entre libros y documentos, me encuentro con la revista “Opinión Estudiantil”, voz oficial de AGEUS (Asociación General de Estudiantes Universitarios Salvadoreños) julio/agosto, 1999. De ella transcribo una entrevista que a mis entendederas define exactamente la concepción artística-ideológico-política de este artista santaneco.
-Opinión Estudiantil: Qué te motiva a ser un artista en esta época.
-Netómar: La urgencia, la necesidad de realizar cada sueño trazado en mi vida, volviéndome
casi un pequeño transmisor de mi aporte artístico-cultural de mi
generación y por lo tanto de las futuras.
-OE: Qué significa para vos el cambio de siglo.
-Netómar: Incertidumbre, nuevas luchas, pobreza, reinvindicación de principios que
nos vuelven seres con conciencia social.
-OE: Qué te identifica con la comunidad universitaria.
-Netómar: Mi eterna lucha es sentirme identificado con aquellas organizaciones
sociales o personas que no pierden la esperanza y se empeñan en rescatar la
utopía.
-OE: Qué mensaje le dejas a la juventud.
-Netómar: No perder los sueños, porque no puedo digerir seres humanos sin ellos.
-OE: Qué esperas de la Universidad.
-Netómar: Lo único, lo urgente, la importancia, la proyección, el rescate del arte en
todas sus expresiones dentro de la Universidad para que cumpla su papel y
devolverlo a la sociedad.
Mario Matta el artista, el luchador de la vida transita en la línea imaginaria que se desdobla para expresar las palpitaciones y el trepidar de un mundo que es posible cambiarlo, sí y sólo sí, a través de la reconstrucción cognoscitiva y axiológica de quienes defienden incansablemente lo humano como estandarte de toda batalla por la vida.
Netómar el individuo aspira a la utopía. Indudablemente da sus pasos firmes en función de aportar cada día más, sus esfuerzos humildes en el devenir histórico, en el devenir artístico-cultural de la ciudad morena, como dicen algunos románticos folkloristas del localismo telúrico-vernáculo nacional.
Mario Ernesto Martínez el ciudadano es buen contribuyente, paga el IVA y la renta a tiempo; pero eso no significa que no se vea agobiado por las inclemencias del fisco y sus insaciables recaudadores. Participa sin quererlo, del rictus urbano de todo parroquiano devengador de salarios indecentes.
Neto el amigo es humanista por definición y con gran calidad humana que la desborda a manantiales sin interés de por medio; únicamente comparte sus ideales de ser humano con quienes poseen iguales o desiguales virtudes. Como todo ser viviente, desde luego, no es perfecto y de las imperfecciones habrá otro u otros de las cuales se ocupen.